Cuando las venas de las piernas se hinchan, aparecen las várices, que aparte de ser molestas estéticamente, indican que hay un problema en la circulación.
Una forma sencilla de prevenirlas es a través de la alimentación y, más concretamente, con una hortaliza que la mayoría de nosotros tenemos en la nevera.
Uno de cada tres personas en España sufre de várices. Lo normal es que aparezcan a partir de los cuarenta o los cincuenta, pero pueden salirnos desde que somos jóvenes.
Y el problema no es tanto estético como de salud, porque detrás de ellas hay un problema que indica que la sangre no está llegando bien al corazón y, por lo tanto, tenemos mala circulación.
Por lo general, las várices se producen como consecuencia de una pared o válvula venosa dañada.
Para que nos entendamos, las venas tienen válvulas unidireccionales que se abren y se cierran para mantener el flujo de sangre hacia el corazón, y cuando estas se dañan, pueden provocar que la sangre se acumule o retorne.
Según los expertos, existen tres factores de riesgo para desarrollar várices que, por desgracia, no son modificables.
El primero de ellos, y el más importante, es la herencia genética, que afecta sobre todo a madres e hijas.
Otros como la edad avanzada o un estilo de vida poco saludable y sin actividad física son también muy comunes.
Además, aquellas personas que por motivos laborales, o de cualquier otro tipo, pasan largas jornadas estáticas, tanto de pie como sentadas, o aquellas que padecen frecuentemente episodios de estreñimiento, también tienen riesgo de desarrollarlas.
Lo que sí podemos hacer como medida preventiva es cuidar nuestras várices.
Para ello, los médicos recomiendan mantener un peso saludable, realizar actividad física para ayudar a la sangre a moverse por las venas y llevar una buena alimentación.
Para esto último existen algunos alimentos que actúan de manera beneficiosa sobre los vasos sanguíneos.
Es el caso del puerro, que aporta propiedades fibrinolíticas, ayudando a evitar la formación de trombos y coágulos.
Su riqueza en zinc contribuye a luchar contra la degeneración de las paredes arteriales.
Además, el puerro es un buen diurético, propiedad que adquiere gracias a su contenido en azúfre, que promueve la eliminación de los fluídos corporales.
Asimismo, el puerro se relaciona con una buena salud intestinal porque ayuda a evitar el estreñimiento y su fibra fermentativa promueve el crecimiento de la microbiota.
Uno de los beneficios más desconocidos de esta hortaliza es su capacidad para descontaminar la nariz, la boca y la garganta de bacterias perniciosas, ya que al masticarlo, especialmente en crudo, inhalamos sus aceites esenciales ricos en azufre.
Además, los puerros son ricos en vitamina B9, muy necesaria para el crecimiento de los niños, así como para las embarazadas.
Al contener muchos flavonoides, tiene propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y antialérgicas.